martes, 30 de noviembre de 2010

¡Zas! En toda la bocaza

Insisto en lo ventajista y resultadista que es el fútbol. No cambiará nunca. Éramos muchos los que esperábamos este momento con la escopeta cargada. Más incluso que otras veces. La razón, obvia: cada declaración de Mou y de CR5 (¿a que le queda bien el número?). Tras golear el Barcelona a domicilio al Almería  por 0-8, el crecido Ronaldo afirmó “a ver si a nosotros nos meten ocho”. Pues no, no lo consiguieron. Pero, Cris ¿te valen cinco castañas? El luso se volvió a arrugar frente a los culés. 

Si el último 5-0 del Barça al Madrid (temporada 1993-1994) dejó para la historia el roto que le hizo Romario a Rafa Alkorta, esta vez la imagen había que buscarla en el banquillo blanco o en la sala de prensa. Mou, fiel a sí mismo, reconoció que era la derrota más abultada de su carrera, pero al fin y al cabo un partido más. Sí, pero no. Ni decide nada y hoy es un día más, correcto. Pero es una cura de humildad de ilimitadas dimensiones. Y si el entrenador del Madrid no lo percibe así, es que tiene dos problemas: la prepotencia y la ceguera. Mou critica al resto de equipos mortales por salir prácticamente derrotados al Camp Nou. ¿Cómo salió el Madrid? ¿Qué tendrían que decir ahora los suplentes del Sporting? ¿Dejarán hablar a Manolo Preciado de la alineación blanca? Es el problema de ir haciendo amigos, que en el momento que te la pegas, todos se alegran de tu desgracia. Podrán ganar Liga, Copa, Champions o trofeos asiáticos de esos que le ponen a Florentino, pero el repaso histórico ya no se lo quita nadie. Mou puede estar satisfecho, en sólo 3 meses ya ha entrado en la historia del Madrid.

Pero por si se había visto poco esperpento merengue sobre el terreno de juego, el auténtico ridículo llegó en la zona mixta del post partido. Por orden de no se sabe quién (Mou), el departamento de prensa del Real Madrid (ese de las glorias deportivas que campean por España) comunicaba a los medios que ningún jugador haría declaraciones (sólo se comió el marrón Xabi Alonso sobre el césped). Bravo, mis valientes. Qué fácil es dar explicaciones y decir lo bueno que eres cuando goleas, pero ayer se escondieron. No es justo meter en el mismo saco a todos los jugadores, porque estoy seguro que unos cuantos hubieran hablado, el cobarde fue su entrenador.  Para él es un gesto de protección, como si fueran alevines. Pero un jugador del Real Madrid debe tener la suficiente “vergüenza torera” para responder a la prensa tras recibir una goleada, porque eso también va en el sueldo.  Claro que tras la manita pocos madridistas tendrían la radio encendida.

domingo, 28 de noviembre de 2010

Quique perdió los papeles


La imagen que ofreció Quique Sánchez Flores en la tángana final del partido ante el Espanyol fue lamentable. Vale que la actitud de Luis García no fue la mejor, vale que los pericos querían perder tiempo, pero esto es algo normal desde que el fútbol es fútbol cuando un equipo gana por la mínima en los minutos finales. La sensación que dio el entrenador del Atlético de Madrid es la del mal perdedor, la cara de la impotencia.
El Atlético no acaba de carburar. Por lesiones, por calendario, por árbitros o por lo que sea el conjunto rojiblanco no ha dado el salto de calidad que se esperaba tras los éxitos continentales cosechados en Hamburgo y Mónaco. Quique no consigue dar con la tecla, ni con un pasillo de seguridad sobre el que se construyen los equipos.
De los refuerzos que han llegado este año, sólo Godín cumple con las expectativas y se notó su ausencia provocada por una inoportuna apendicitis. Filipe es una sombra del futbolista que fue, Mario Suárez empieza a entrar ahora, Diego Costa es lo que es y  de Fran Mérida se entiende que el Arsenal le dejara escapar. Si a esto le añadimos que Domínguez no es el del año pasado, que Tiago sigue todavía de vacaciones, la lesión de Kun y la mala racha que atravesó Forlán, se entiende que el Atlético esté fuera de puestos europeos y que los nervios de su entrenador estén más a flor de piel de lo normal.      
Quique tiene crédito más que suficiente para voltear la situación. Sus equipos destacaban por la fortaleza defensiva, pero este Atleti deja mucho que desear atrás. Los males son los de siempre y no hay que mirar sólo a Perea, que es lo fácil. El centro del campo es inexistente en la línea de creación porque Tiago (uno de los jugadores con "mejor prensa" que se ha visto) no da un pase a derechas y sus pérdidas de balón en la parcela ancha han metido en más de un problema a la zaga (como si no se bastaran ellos solitos para liarla). Reyes es un jugador de chispazos, pero no destaca por la regularidad y Simao... El portugués está peleando su renovación, pero es un jugador en decadencia que no da para más.
¿Qué le queda  a Quique? Lo de siempre. El 10 y el Cacha. Así se desespera cualquiera.

Simplemente Stoichkov

"El Madrid me da asco". Esa es la perlita que ha dejado el búlgaro en una entrevista concedida en el diario Marca (http://www.marca.com/2010/11/28/futbol/equipos/barcelona/1290940149.html?a=d1432b1d3ceafbebf14fbcd434d02862&t=1290970972) en la previa de un Barça-Madrid que parece que parará el mundo, como siempre. Yo por si acaso haré caso del consejo que dio Maniche en su día a los atléticos y para ver auténtico espectáculo, me iré a la Gran Vía madrileña.

viernes, 19 de noviembre de 2010

Haciendo amigos

Cristiano Ronaldo y Jose Mourinho le han dado al Madrid un aire más agresivo, hambriento, inconformista y ganador. Correcto. Además de victorias (todavía no títulos, aunque llegarán) que han  llenado de ilusión a la afición merengue.  Hasta aquí todo normal, pero ¿cuál es el peaje que va a pagar la institución de  Florentino por su apuesta por un modelo triunfador y prepotente, por un giro a lo eficaz  y soberbio? 

Algunos madridistas que me lean (que alguno hay) me rebatirán recurriendo al tópico de que lo importante es ganar, que lo que quiere la grada son títulos y eso es lo que llena las vitrinas del Bernabéu y alimenta la grandeza del Madrid. Yo les digo que sí, que eso no lo dudo, pero que se puede hacer de otra manera.  Apelando al señorío y saber estar que algunos recuerdan, aunque  en blanco y negro, en los tiempos de las mocitas madrileñas. 

El primero de mis textos se lo dediqué a Mou por entero, CR7 o 9, o lo que el señorito quiera, ha tardado un poco más, pero estaba al caer. Los dos son portugueses, posiblemente los mejores en los suyo (con permiso de Pep y Leo), enfermos de la victoria, pero orgullosos y chulos, como ellos solos.  

Al bueno de Manolo Preciado le han atizado por todas partes. Es un tío noble, valiente, demasiado impulsivo en ocasiones, pero que va de frente y que se sintió humillado por las declaraciones de Mou. Preciado no dijo nada que otros no pensaran. Sólo (aunque la RAE le haya dado por quitarle la tilde, yo se la seguiré poniendo cuando haga las veces de adverbio) se pisa a aquel que se deja pisar y el entrenador del Sporting no es de esos.  Fue un “basta ya”, y llamó mal compañero al técnico luso. No le faltó razón. ¿Quién es Mourinho (como profesional) para dudar de la competitividad de la plantilla asturiana? ¿Acaso algún entrenador ha cuestionado que él sólo sepa jugar con 12, cuando tiene de una plantilla de 25? Preciado se defendió, pero el único culpable fue el que se cree que ha inventado el fútbol. 

En cuanto a CR hay que referirse al chepazo (los finos le llaman espaldinha) que dio el día del derbi madrileño, hace algunas fechas. No se puede hablar de recurso futbolístico, cuando el valiente lo hace ya en la segunda parte, con el marcador muy a su favor y con el choque más que encarrilado. Eso es lo que sacó de quicio a Raúl García. 

Este tipo de acontecimientos, de uno y otro, que enorgullecen a gran parte del madridismo, sacan a relucir lo peor de la idiosincrasia merengue que tanto se ha criticado siempre. Si hay que ser caballero en la derrota, hay que serlo aún más cuando se gana. La España blanca se mostrara orgullosa, pero en la otra crecerá la animadversión y desprecio. Claro que a Florentino siempre le quedará engañar a los chinos.

sábado, 13 de noviembre de 2010

La política del trinque


Algunas decisiones de Gil Marín desconciertan y despiertan cierto recelo (a Cerezo para esto y para la mayoría de decisiones importantes, ni le cuento). Según comentaba Alberto R. Barbero en las páginas de Marca, el Atleti amplía el contrato del Kun Agüero hasta 2015, pero la cláusula se rebaja un 25 por ciento respecto a la anterior, pasando de 60 millones a 45. Aseguran desde el club que  los números de ahora están fuera de mercado y que lo hacen para adaptarse a la situación actual. La afición colchonera está de vuelta. Ya no engañan a nadie. Le acaban de colocar al Kun el cartel de “se vende”. No sé cuando, pero más pronto que tarde.  
Un club que se considera grande y que vende un crecimiento paulatino debe blindar a sus mejores jugadores  y no rebajarles la cláusula para facilitar su salida con la única intención de hacer caja. No es la primera vez que esto sucede.  No recuerdo la última vez que una estrella se hizo vieja en el Atlético, pero sí me viene a la cabeza  la venta de jugadores consagrados, jóvenes y con una proyección infinita. Todavía se están dando cabezazos por no haber vendido a Forlán al Madrid hace dos veranos cuando ofrecían cerca de 36 kilos.
Trataron justificar el cambio de estadio como la solución económica de la entidad para consolidarse entre los más grandes de Europa, gracias a  una potentísima inyección económica que permitiría pugnar por las contrataciones de los mejores. Todo humo. Una mentira más. El campo se cambia pelo a pelo, no se sacará un euro (o eso pretende hacer creer).
Conviene que los dueños de la mayoría de las acciones (que no dueños del alma del club) tengan memoria. En diciembre de 1999 el traspaso multimillonario de Jose Mari al Milán por más de 20 millones de euros fue la gota que colmó el vaso y el desencadenante de la administración judicial que sufrió el club por espacio de tres meses y que fue decisivo para que el Atleti acabara en segunda aquel año.
Revisen las bajas y las altas de jugadores desde 1987. Aunque muchas veces se han pagado auténticas millonadas por pufos (lo siento Suso,  eran otros tiempos, ahora tus fichajes son más baratos, pero siguen siendo igual de pufos), el balance es siempre positivo. Ellos no pierden nunca, porque han hecho del Atlético un equipo vendedor.

miércoles, 10 de noviembre de 2010

Sean justos con Forlán


El fútbol es resultadista, oportunista y tribunero. Hace un año, más o menos, un buen amigo escribía su primer post en su blog. El tema era la actitud de Forlán. El uruguayo había llegado tarde a un entrenamiento, previo al partido frente a Osasuna en El Sadar. Mi colega, un atlético de los buenos, de esos que desprende sentimiento rojiblanco por los cuatro costados, cuestionaba la profesionalidad del charrúa y su compromiso con el club. Meses después, pocas fechas antes de las finales de Hamburgo y Barcelona, mi amigo se compró la camiseta colchonera con el “7” a la espalda y el nombre de Forlán rotulado. Creía que iba a ser el hombre de las finales. Rodríguez acertó. Diego fue el héroe de la final frente al Fulham con sus dos goles. Para la historia y leyenda rojiblanca quedará la imagen del Cacha despojándose de la casaca y luciendo abdominales tras marcar el segundo tanto en la prórroga, a escasos minutos de la conclusión.

Medio año después (algunos) vuelven a cuestionar al uruguayo, pero conviene puntualizar algunos aspectos. El verano de Forlán no fue “normal”.  Tras una larguísima temporada con el Atlético, hizo un brillante Mundial, convirtiéndose en “Balón de Oro” de la competición, marcó cinco tantos y se echó a su equipo a las espaldas, hasta meterlo en semifinales. Después de unas vacaciones ajetreadas (vía Twitter pudimos seguir sus andanzas en la India), se incorporó a la pretemporada el 10 de agosto. El 27 de ese mismo mes, disputó la final de la Supercopa de Europa frente al Inter en Mónaco. Un par de días más tarde, goleó ante el Sporting de Gijón en el Calderón y una semana más tarde hizo lo propio en San Mamés. 

Quique ha sabido leer el problema. Forlán apenas ha tenido preparación para la presente temporada, sólo ha competido. Si a esto le sumamos la ausencia de Agüero y que es humano, no resulta difícil entender que, como todos los goleadores, es un futbolista de rachas. Ahora no está bien, pero su rendimiento a lo largo de las campañas va de menos a más y siempre acaba como un tiro. No es un hombre que celebre los goles besándose el escudo (Maniche lo hizo y los resultados fueron los que fueron), no actúa de cara a la galería y hay un sector de la grada al que eso no le gusta demasiado (les van más los demagogos). Forlán los acaba convenciendo año tras año con sus goles. No duden ni de su trabajo, ni de su profesionalidad y, sobre todo, disfruten de uno de los mejores jugadores de la historia del Atlético de Madrid.    

miércoles, 3 de noviembre de 2010

Dandys de banquillo


La imagen del fútbol ha cambiado mucho. Ha evolucionado, mejor dicho. Antes, no resultaba difícil encontrarse con  un jugador pasado de kilos y que no se preocupaban en exceso por su forma física (salvo excepciones que a todos nos vienen a la mente). Ya no es así. El futbolista actual se preocupa por sus abdominales y por su look. Es cosa de los tiempos. Esta variación, consecuencia de la sociedad de nuestros días, no se ha quedado sólo sobre el césped, también ha llegado a los banquillos.
Los ídolos e iconos de las adolescentes vestían calzón corto. Ahora, en algunos casos, llevan camisa y corbata. Las niñas de antes no se enamoraban de Jabo Irureta y su eterno chubasquero, ni de Luis Aragonés y su pelliza, ni tampoco de Javier Clemente y su chándal Adidas, patrocinado por TVE en su etapa como seleccionador.
Los entrenadores de hoy hacen anuncios, como estrellas, les ven guapetes y no es que hayan comido terreno a sus pupilos, sino que se han ganado un sitio propio en la sociedad de la imagen. 
Tres ejemplos que muestran la calidad del producto nacional (que Mou me perdone, él está por encima de lo divino y lo humano): Guardiola, Míchel y Quique Sánchez Flores. Pep es un fashion victim, un moderno elegante, capaz de crear tendencia con su traje gris, camisa blanca y corbata estrecha. Por no hablar de los jerseys que luce en sala de prensa. Míchel representa un estilo más clásico, pero con el mismo tirón. El "8" se mantiene en forma, está como cuando jugaba e igual de engominado. Según los entendidos en moda, Quique tiene un estilo más inglés (que no sé muy bien lo que esto significa). Jersey de pico, camisa y barba de tres días cuidadosamente descuidada.
Hay que adaptarse a los tiempos, pero siento nostalgia de la época de los entrenadores dirigiendo los encuentros sudados y en chándal. Ahora, hasta huelen bien.