sábado, 26 de febrero de 2011

Doble rasero

Cada vez que habla Walter Pandiani sube el pan. Es un tipo directo, sin pelos en la lengua. Un futbolista a la antigua usanza, de los que más que de calidad, tira de oficio. Es un trabajador del fútbol. Por eso, un tío curtido en mil batallas, que lo que ha conseguido lo ha ganado a base de esfuerzo, no consiente que un niñato malcriado intente cachondearse de él. Es una cuestión de dignidad.

Los demagogos se han llevado las manos a la cabeza, cuando "El Rifle" (un hombre que en vez de ir a entrenar en un deportivo, lo hacía en su camión)ha vuelto a disparar a CR. Pandiani comentaba que un su país, al portugués ya le hubieran dejado sin un diente. Muchos han pedido la actuación de oficio del Comité de Disciplina Deportiva. Qué asco de doble moral.

Probablemente las declaraciones del delantero de Osasuna no sean políticamente correctas (que no lo son), pero a mí me parecen un ejercicio de integridad. Un persona que se deja, también es cómplice de que la pisen. Y éste no lo es. Se viste por los pies y va de frente. Es la honestidad, frente a la chulería, la nobleza contra la prepotencia.

CR pasará a la historia, pero nunca como un caballero del fútbol, porque le falta categoría humana. Y resulta más triste cuando se trata de una persona de origen humilde, que olvida de dónde viene y que no deja de ser un "nuevo rico". Multimillonario, pero con muy poquitas luces.

Pandiani no merece ser sancionado, como tampoco mereció llevarse los palos que en su día dieron a Manolo Preciado por no callarse ante Mou. Las personas que no se dejan avasallar y que defienden su honor ante el poderoso tienen todo mi respeto.

viernes, 18 de febrero de 2011

La final soñada

Hace unos días, con motivo de la final de la Copa del Rey de baloncesto, leía en la prensa deportiva este titular: “La final soñada”. ¿Soñada, por quién? Supongo que para las aficiones de Madrid y Barcelona, pero para nadie más. Es una de las mayores memeces escritas últimamente.
Esta clase de paridas se harán extensibles y se multiplicarán de cara a la final de copa de fútbol. A menudo se olvida que hay mundo más allá de los dos de siempre, pero de ahí a afirmar que el imaginario colectivo suspira porque ambos clubes se disputen los títulos en un mano a mano, va un trecho.  Es una necedad.

Hay 50.000 tipos que acuden al Manzanares, 40.000 que van a Mestalla, otros tantos que abarrotan el Pizjuán, y al José Zorrilla, y al Sardinero, y… Basta ya de ningunear al resto de aficiones, a los demás sentimientos, que son imprescindibles para contribuir al prestigio que, dicen, tiene el campeonato español. Vivimos en un país que tiende al bipartidismo, que parece olvidarse de todo lo que no sea Barça o Madrid y que se alimenta de una prensa interesada, que no ve más allá de sus intereses económicos, alejados de la dignidad.

viernes, 11 de febrero de 2011

Asenjo

Llegó como el fichaje más destacado de la temporada 2009-2010 (claro que las otras incorporaciones fueron las de Cabrera y Juanito) y desde entonces no levantó cabeza. La portería del Manzanares le vino grande, como a tantos otros. Un par de fallos le pusieron a la grada en contra. De Gea estaba en la sombra, esperando su momento. Con Abel empezaron los primeros desencuentros. De hecho, una vez cesado el de Velada y con Santi Denia ocupando por un día el banquillo rojiblanco, el único cambio significativo del manchego en el once fue la suplencia de Asenjo.

Cuando llegó Quique el equipo se desangraba (como ahora, sólo que con dos títulos europeos más en las polvorientas vitrinas) y se la jugó con De Gea. La afición colchonera, muy dada al romanticismo, aceptaba cómplice como el canterano ocupaba el arco a la vez que se condenaba al ostracismo a un chaval de la misma edad, prácticamente.

Ahora, con perspectiva y a pesar de que el rubio va camino de convertirse en leyenda, hay que reconocer que no hubo justicia con Asenjo. Típico fichaje devorado por una hinchada sin piedad. De Gea irrumpió y se convirtió en el guardameta de moda, en el futuro dueño de los palos del Atlético, el que jugaba las finales a la vez que Asenjo era relegado a un segundo plano, sin que a nadie le importara demasiado.

Tal fue la desgracia de Asenjo, que incluso se llegó a lesionar de gravedad en un partido intrascendente, de transición entre las finales que jugaron los del Calderón el pasado año. Después de una larga recuperación y cuando volvía a sonar para ser el portero del Atleti, ante una posible salida de De Gea, se ha vuelto a romper el cruzado. Demasiada injusticia para un chico tan joven. Ojalá se recupere y no quede como tantos jugadores que enlazaron una lesión grave tras otra y terminaron tirando la toalla. Tiene 21 años y todo el futuro por delante.

viernes, 4 de febrero de 2011

Pantomimas Gil & Cerezo

La última del dúo tragicómico: presentar a bombo y platillo la renovación hasta 2014 del Kun Agüero como un éxito, como una apuesta de futuro, como una reivindicación. Hace años que no engañan a nadie. Se han recorrido todas las redacciones de radios, teles y periódicos como un actor de Hollywood que tiene que promocionar una película... Nadie se fía de ellos. Ni siquiera el uno del otro.
Cerezo, el hombre que asume y se desvincula de la parcela deportiva, con la misma facilidad con la que Gil Marín hace y deshace a su antojo, justifica la rebaja de la cláusula de rescisión de 60 millones de euros a 45 asegurando que mejor eso a que el argentino acabe contrato y se vaya libre. ¿Perdón? No le busquen explicación. Nada de lo que dice Enrique tiene sentido y lógica.

Nadie cree que Agüero vaya a cumplir ese contrato. Entre otras cosas porque el equipo es una ruina y se le queda muy pequeño. Es un barco que se hunde y en el que cada uno hace la guerra por su cuenta. Los primeros sus directivos, que ya no esconden ni en la prensa su desencuentro evidente.

El Atlético vive un momento de turbulencia, como casi siempre. Hace sólo cinco meses celebraba en Mónaco el título de Supercampeón de Europa. Parece la prehistoria. El posible que el sábado el Barça todopoderoso le pinte la cara y no de rojiblanco precisamente. Dependiendo de la dignidad que muestre el equipo se cepillarán a Quique.

Y vendrá otro y le pasará lo mismo. Porque el mal no está en el banquillo. Está en el campo (sólo unos pocos se pueden librar) y en los despachos.