domingo, 26 de diciembre de 2010

Como en el 96

Me pongo a escribir después de ver el programa de "Informe Robinson" dedicado al triunfo en el Mundial de la Selección Española. Para la mayoría de futboleros, el "momentazo" del año. Aunque yo me quedo con otro,  muchos atléticos me entenderán.
Hace un año, por estas fechas, era imposible pensar que la hinchada rojiblanca podría despedir 2010 con dos títulos bajo el brazo (y europeos). El Atleti venía de caer eliminado en la fase grupos de la Champions League, marchaba sin rumbo en la Liga y Quique, que llevaba un par de meses en el cargo, no era capaz de enderezarlo.
Hubo un partido que marcó el devenir de la temporada, que reenganchó a una hastiada afición y que fue el preludio de unas alegrías enormes. Fue el 19 de enero, un jueves de esos que no apetece ir al fútbol y más  si tenemos en cuenta que había que remontar un 3-0 al Recre en la ida de los octavos de final de la Copa del Rey. A pesar de que el partido era televisado, yo cansado de un equipo sin actitud, empecé a ver "Águila Roja".  Sin embargo, para el minuto 20 el Atlético ganaba 2-0  y para la media hora la eliminatoria estaba igualada. El sentimiento colchonero más hondo latió como hacía años. Llegó el 4-0. Se había hecho lo más difícil, pero el Atleti nos guste o no, es como es y la tuvo que liar. En concreto fue Assunçao, que regaló un gol y dos minutos más tarde su expulsión. La machada se venía abajo. Los fantasmas de siempre se agigantaban en el Manzanares. Pero a falta de cinco minutos para la conclusión Simao ejecutó un golpe franco que se coló por la escuadra de la meta del conjunto onubense. El Atlético se metía en cuartos, con unos cruces muy favorables y sin los "gordos" ya en la competición. A raíz de aquello, las sensaciones cambiaron para el grupo y para la grada. En apenas mes y medio se despachó el camino de la final. Estábamos en febrero y el Sevilla esperaba en el horizonte.
Mientras tanto y sin hacer ruido comenzó la andadura rojiblanca en la Europa League. Cayó el Galatasaray, se tumbó al Sporting. Y llegó el cruce de cuartos ante el Valencia. Todo podía pasar. El 2-2 de Mestalla ofreció cierta ventaja para la vuelta, aunque parecía poco probable que los de Quique aguantaran con la meta a cero. Lo consiguieron gracias a que el árbitro no pitó un penalti de libro a Zigic a pocos minutos del final. Las semifinales fueron para recordar. El Liverpool de Benítez se presentó en el Calderón sin Torres. El 1-0 hacía presagiar batalla en Anfield. Había mucha ilusión contenida, muchas esperanzas guardadas desde hacía 14 años. A pesar de que los ingleses se llegaron a poner 2-0, el equipo no bajó los brazos. Reyes se plantó en el área por la banda derecha, la puso con la zurda y el Cacha la empaló con el alma.
Ya había fecha para las dos finales: 12 de mayo en Hamburgo y 19 de mayo en Barcelona. Ilusión, tanta ilusión... y miedo a llevarse una bofetada histórica en cada carrillo. ¡Cautela, cautela! se repetían a sí mismos a los que la euforia desbocada les corría por dentro.    
Y llegó la primera final. Día de ansiedad, de espera eterna, de horas sin fin, de palpitaciones y un sentimiento que fusionaba la alegría con el "canguelo". Así fue el partido de Hamburgo. El Atleti empezó dominando, se adelantó y sin casi tiempo para celebrar el primero, llegó el empate. El Fulham fue correoso, pesado. Prórroga y el choque abocado a los temidos e "infartados" penaltis. Hasta que aparecieron Kun para ponerla y Forlán para rozarla. 2-1. El Atlético ganaba un título 14 años después. Madrid se volvió a teñir de rojo y blanco. Una explosión de alegría invadió las calles de una ciudad acostumbrada a los títulos de otros. Pero esa noche, los cláxones sonaban porque el Atleti, el que bajó a segunda, el que pasó dos años en el infierno, el que vivía de penas desde hacía 14 años era campeón. La gente lo merecía. Fue la noche que te abrazabas con extraños, que los cánticos de unos se mezclaban con los gritos de los otros. Fue el día de la felicidad atlética, del reencuentro con Neptuno. Que nos quiten lo "bailao". Parafraseando a Sabina, para entender lo que allí pasaba había que haber llorado en el Calderón.
Una semana después, 50.000 atléticos se plantaron en Barcelona en busca de la décima Copa. No fue posible. Pero se volvió a demostrar la afición que tiene este club. A pesar de la derrota,  cualquier hincha de los que allí estuvimos, guardamos un grato recuerdo de aquel viaje. Volvimos con la cabeza muy alta, al fin y al cabo, el Atleti ya era campeón.
Y faltaba la guinda. La final de la Supercopa de Europa. Decidí adelantar un par de días mi regreso de vacaciones, por si acaso... Quería vivirlo en Madrid. El 26 de agosto volé desde Mallorca. Y el 27  lo pasé con la tranquilidad de cuando encaras un partido en el que no tienes nada que perder y por el que no das un duro. Yo empecé a  creer en el descanso. Recuerdo que le mandé un SMS en el intermedio a mi hermano Rodríguez y le dije: "no son mejores, hemos sido superiores". Mi amigo, "el cautelas", no lo tenía tan claro: "son italianos, nos ganarán en la prórroga". Por suerte se equivocó. Los de Quique hicieron un partido completísimo y ganaron 2-0 al todopoderoso Inter.  La alegría se volvió a repetir en Neptuno, porque la gente lo había pasado muy mal tiempo atrás y estaba deseosa de festejar de nuevo.
Yo he crecido con el Atleti de Futre, de Schuster, del récord de Abel, de la Copa del Bernabéu ante el Madrid. La época de los Simeone, Kiko, Pantic y Caminero. Tuve la suerte de vivir el partido de Liga que nos dio el doblete en el Calderón. Tenía 11 años. Ahora tengo 25 y lo he disfrutado como entonces. A lo largo de todas estas temporadas han sido muchos más los sinsabores que las victorias, que han hecho que la coraza rojiblanca de los atléticos se haya hecho más dura. Este 2010 lo mitificaremos con el tiempo, porque volvimos. Volvimos como en el 96.   

jueves, 23 de diciembre de 2010

Te vas porque yo quiero que te vayas

Sé que en esta época del año pega más un villancico, pero esta estrofa de ranchera le viene como anillo al dedo al adiós de Simao.

"Se va porque yo quiero que se vaya..." debió pensar Cerezo (recordemos que es el dirigente encargado de tomar las decisiones deportivas. Risas) cuando le preguntaron por el adiós del todavía segundo capitán del Atlético de Madrid.

La macha de Simao se sabía desde que Maxi se fue hace un año. Estaba cantado. La historia era idéntica. Jugador en decadencia, que finaliza contrato, con un sueldo altísimo por el que nadie en su sano juicio va a dar un duro.

No vendan humo los que ahora defienden los número del luso. Obviamente no pasará a la historia como un Musampa de turno, pero sí como un jugador que rindió menos de lo que se esperaba, que de vez en cuando y muy de tarde en tarde ponía decentemente un balón (lo de Málaga del otro día fue gracias a una defensa de chirigota) y que en tres años y medio no se fue ni de una vieja.

¿Echó de menos el Atleti a Maxi? No. Con Simao sucederá lo mismo. Da igual si traen a alguien o no. El que salga no lo tendrá difícil para superar el rendimiento de Simao, que en ocasiones pareció que con él sobre el césped, el equipo jugaba con uno menos.
Gracias Simo, suerte y que te vaya bonito.

domingo, 12 de diciembre de 2010

Sobre fichajes invernales

Los equipos que tienen que recurrir al mercado de invierno es porque no han planificado bien en verano y porque no están cumpliendo con las expectativas creadas. No por ser un tópico deja de ser cierto. Así le ha pasado al Atleti. Todos los ojos miran con recelo a Suso García Pitarch, pero deben ir más allá. El que hace y deshace es Miguel Ángel Gil Marín, "Calan" como le llamaba su padre.
Los dos últimos veranos, sobre la bocina y sin tiempo para reaccionar para hacer una contratación que cubriera las necesidades, el equipo de la ribera del Manzanares vendió a Heitinga e hizo lo propio con Jurado. Había que cuadrar las cuentas.
Por el ex madridista, los alemanes pagaron 12 millones. Por Salvio, uno de esos fichajes prometedores que se estrellan en 5 meses, abonaron cerca de 7 millones de euros. Por el brasileño Elías les cobrarán otros 7. Resultado: han palmado dinero y el equipo está peor que con Jurado (nunca creí que le echaría de menos). Gran gestión.
Cada viajecito del director deportivo a Sudamérica es para echarse a temblar. El ojo de Suso no suele ser el más acertado. ¿Se acuerdan de Fabiano Eller?, ¿o ese Lele Cabrera que no jugó ni los amistosos?, ¿y Gallegos, el uruguayo que el entrenador del filial no sabe qué hacer con él?. Ojalá me tenga que comer mis palabras y Elías se destape como la gran revelación de la segunda vuelta del campeonato, pero lo dudo.
Vale que no hay un duro, vale que no se puede competir con los presupuestos de los dos colosos, pues entonces tengan criterio, optimicen los recursos y confíen en alguien que haya acertado con un par de fichajes desconocidos, porque a Forlán también hubiera sabido ficharle yo.