domingo, 26 de diciembre de 2010

Como en el 96

Me pongo a escribir después de ver el programa de "Informe Robinson" dedicado al triunfo en el Mundial de la Selección Española. Para la mayoría de futboleros, el "momentazo" del año. Aunque yo me quedo con otro,  muchos atléticos me entenderán.
Hace un año, por estas fechas, era imposible pensar que la hinchada rojiblanca podría despedir 2010 con dos títulos bajo el brazo (y europeos). El Atleti venía de caer eliminado en la fase grupos de la Champions League, marchaba sin rumbo en la Liga y Quique, que llevaba un par de meses en el cargo, no era capaz de enderezarlo.
Hubo un partido que marcó el devenir de la temporada, que reenganchó a una hastiada afición y que fue el preludio de unas alegrías enormes. Fue el 19 de enero, un jueves de esos que no apetece ir al fútbol y más  si tenemos en cuenta que había que remontar un 3-0 al Recre en la ida de los octavos de final de la Copa del Rey. A pesar de que el partido era televisado, yo cansado de un equipo sin actitud, empecé a ver "Águila Roja".  Sin embargo, para el minuto 20 el Atlético ganaba 2-0  y para la media hora la eliminatoria estaba igualada. El sentimiento colchonero más hondo latió como hacía años. Llegó el 4-0. Se había hecho lo más difícil, pero el Atleti nos guste o no, es como es y la tuvo que liar. En concreto fue Assunçao, que regaló un gol y dos minutos más tarde su expulsión. La machada se venía abajo. Los fantasmas de siempre se agigantaban en el Manzanares. Pero a falta de cinco minutos para la conclusión Simao ejecutó un golpe franco que se coló por la escuadra de la meta del conjunto onubense. El Atlético se metía en cuartos, con unos cruces muy favorables y sin los "gordos" ya en la competición. A raíz de aquello, las sensaciones cambiaron para el grupo y para la grada. En apenas mes y medio se despachó el camino de la final. Estábamos en febrero y el Sevilla esperaba en el horizonte.
Mientras tanto y sin hacer ruido comenzó la andadura rojiblanca en la Europa League. Cayó el Galatasaray, se tumbó al Sporting. Y llegó el cruce de cuartos ante el Valencia. Todo podía pasar. El 2-2 de Mestalla ofreció cierta ventaja para la vuelta, aunque parecía poco probable que los de Quique aguantaran con la meta a cero. Lo consiguieron gracias a que el árbitro no pitó un penalti de libro a Zigic a pocos minutos del final. Las semifinales fueron para recordar. El Liverpool de Benítez se presentó en el Calderón sin Torres. El 1-0 hacía presagiar batalla en Anfield. Había mucha ilusión contenida, muchas esperanzas guardadas desde hacía 14 años. A pesar de que los ingleses se llegaron a poner 2-0, el equipo no bajó los brazos. Reyes se plantó en el área por la banda derecha, la puso con la zurda y el Cacha la empaló con el alma.
Ya había fecha para las dos finales: 12 de mayo en Hamburgo y 19 de mayo en Barcelona. Ilusión, tanta ilusión... y miedo a llevarse una bofetada histórica en cada carrillo. ¡Cautela, cautela! se repetían a sí mismos a los que la euforia desbocada les corría por dentro.    
Y llegó la primera final. Día de ansiedad, de espera eterna, de horas sin fin, de palpitaciones y un sentimiento que fusionaba la alegría con el "canguelo". Así fue el partido de Hamburgo. El Atleti empezó dominando, se adelantó y sin casi tiempo para celebrar el primero, llegó el empate. El Fulham fue correoso, pesado. Prórroga y el choque abocado a los temidos e "infartados" penaltis. Hasta que aparecieron Kun para ponerla y Forlán para rozarla. 2-1. El Atlético ganaba un título 14 años después. Madrid se volvió a teñir de rojo y blanco. Una explosión de alegría invadió las calles de una ciudad acostumbrada a los títulos de otros. Pero esa noche, los cláxones sonaban porque el Atleti, el que bajó a segunda, el que pasó dos años en el infierno, el que vivía de penas desde hacía 14 años era campeón. La gente lo merecía. Fue la noche que te abrazabas con extraños, que los cánticos de unos se mezclaban con los gritos de los otros. Fue el día de la felicidad atlética, del reencuentro con Neptuno. Que nos quiten lo "bailao". Parafraseando a Sabina, para entender lo que allí pasaba había que haber llorado en el Calderón.
Una semana después, 50.000 atléticos se plantaron en Barcelona en busca de la décima Copa. No fue posible. Pero se volvió a demostrar la afición que tiene este club. A pesar de la derrota,  cualquier hincha de los que allí estuvimos, guardamos un grato recuerdo de aquel viaje. Volvimos con la cabeza muy alta, al fin y al cabo, el Atleti ya era campeón.
Y faltaba la guinda. La final de la Supercopa de Europa. Decidí adelantar un par de días mi regreso de vacaciones, por si acaso... Quería vivirlo en Madrid. El 26 de agosto volé desde Mallorca. Y el 27  lo pasé con la tranquilidad de cuando encaras un partido en el que no tienes nada que perder y por el que no das un duro. Yo empecé a  creer en el descanso. Recuerdo que le mandé un SMS en el intermedio a mi hermano Rodríguez y le dije: "no son mejores, hemos sido superiores". Mi amigo, "el cautelas", no lo tenía tan claro: "son italianos, nos ganarán en la prórroga". Por suerte se equivocó. Los de Quique hicieron un partido completísimo y ganaron 2-0 al todopoderoso Inter.  La alegría se volvió a repetir en Neptuno, porque la gente lo había pasado muy mal tiempo atrás y estaba deseosa de festejar de nuevo.
Yo he crecido con el Atleti de Futre, de Schuster, del récord de Abel, de la Copa del Bernabéu ante el Madrid. La época de los Simeone, Kiko, Pantic y Caminero. Tuve la suerte de vivir el partido de Liga que nos dio el doblete en el Calderón. Tenía 11 años. Ahora tengo 25 y lo he disfrutado como entonces. A lo largo de todas estas temporadas han sido muchos más los sinsabores que las victorias, que han hecho que la coraza rojiblanca de los atléticos se haya hecho más dura. Este 2010 lo mitificaremos con el tiempo, porque volvimos. Volvimos como en el 96.   

jueves, 23 de diciembre de 2010

Te vas porque yo quiero que te vayas

Sé que en esta época del año pega más un villancico, pero esta estrofa de ranchera le viene como anillo al dedo al adiós de Simao.

"Se va porque yo quiero que se vaya..." debió pensar Cerezo (recordemos que es el dirigente encargado de tomar las decisiones deportivas. Risas) cuando le preguntaron por el adiós del todavía segundo capitán del Atlético de Madrid.

La macha de Simao se sabía desde que Maxi se fue hace un año. Estaba cantado. La historia era idéntica. Jugador en decadencia, que finaliza contrato, con un sueldo altísimo por el que nadie en su sano juicio va a dar un duro.

No vendan humo los que ahora defienden los número del luso. Obviamente no pasará a la historia como un Musampa de turno, pero sí como un jugador que rindió menos de lo que se esperaba, que de vez en cuando y muy de tarde en tarde ponía decentemente un balón (lo de Málaga del otro día fue gracias a una defensa de chirigota) y que en tres años y medio no se fue ni de una vieja.

¿Echó de menos el Atleti a Maxi? No. Con Simao sucederá lo mismo. Da igual si traen a alguien o no. El que salga no lo tendrá difícil para superar el rendimiento de Simao, que en ocasiones pareció que con él sobre el césped, el equipo jugaba con uno menos.
Gracias Simo, suerte y que te vaya bonito.

domingo, 12 de diciembre de 2010

Sobre fichajes invernales

Los equipos que tienen que recurrir al mercado de invierno es porque no han planificado bien en verano y porque no están cumpliendo con las expectativas creadas. No por ser un tópico deja de ser cierto. Así le ha pasado al Atleti. Todos los ojos miran con recelo a Suso García Pitarch, pero deben ir más allá. El que hace y deshace es Miguel Ángel Gil Marín, "Calan" como le llamaba su padre.
Los dos últimos veranos, sobre la bocina y sin tiempo para reaccionar para hacer una contratación que cubriera las necesidades, el equipo de la ribera del Manzanares vendió a Heitinga e hizo lo propio con Jurado. Había que cuadrar las cuentas.
Por el ex madridista, los alemanes pagaron 12 millones. Por Salvio, uno de esos fichajes prometedores que se estrellan en 5 meses, abonaron cerca de 7 millones de euros. Por el brasileño Elías les cobrarán otros 7. Resultado: han palmado dinero y el equipo está peor que con Jurado (nunca creí que le echaría de menos). Gran gestión.
Cada viajecito del director deportivo a Sudamérica es para echarse a temblar. El ojo de Suso no suele ser el más acertado. ¿Se acuerdan de Fabiano Eller?, ¿o ese Lele Cabrera que no jugó ni los amistosos?, ¿y Gallegos, el uruguayo que el entrenador del filial no sabe qué hacer con él?. Ojalá me tenga que comer mis palabras y Elías se destape como la gran revelación de la segunda vuelta del campeonato, pero lo dudo.
Vale que no hay un duro, vale que no se puede competir con los presupuestos de los dos colosos, pues entonces tengan criterio, optimicen los recursos y confíen en alguien que haya acertado con un par de fichajes desconocidos, porque a Forlán también hubiera sabido ficharle yo.

martes, 30 de noviembre de 2010

¡Zas! En toda la bocaza

Insisto en lo ventajista y resultadista que es el fútbol. No cambiará nunca. Éramos muchos los que esperábamos este momento con la escopeta cargada. Más incluso que otras veces. La razón, obvia: cada declaración de Mou y de CR5 (¿a que le queda bien el número?). Tras golear el Barcelona a domicilio al Almería  por 0-8, el crecido Ronaldo afirmó “a ver si a nosotros nos meten ocho”. Pues no, no lo consiguieron. Pero, Cris ¿te valen cinco castañas? El luso se volvió a arrugar frente a los culés. 

Si el último 5-0 del Barça al Madrid (temporada 1993-1994) dejó para la historia el roto que le hizo Romario a Rafa Alkorta, esta vez la imagen había que buscarla en el banquillo blanco o en la sala de prensa. Mou, fiel a sí mismo, reconoció que era la derrota más abultada de su carrera, pero al fin y al cabo un partido más. Sí, pero no. Ni decide nada y hoy es un día más, correcto. Pero es una cura de humildad de ilimitadas dimensiones. Y si el entrenador del Madrid no lo percibe así, es que tiene dos problemas: la prepotencia y la ceguera. Mou critica al resto de equipos mortales por salir prácticamente derrotados al Camp Nou. ¿Cómo salió el Madrid? ¿Qué tendrían que decir ahora los suplentes del Sporting? ¿Dejarán hablar a Manolo Preciado de la alineación blanca? Es el problema de ir haciendo amigos, que en el momento que te la pegas, todos se alegran de tu desgracia. Podrán ganar Liga, Copa, Champions o trofeos asiáticos de esos que le ponen a Florentino, pero el repaso histórico ya no se lo quita nadie. Mou puede estar satisfecho, en sólo 3 meses ya ha entrado en la historia del Madrid.

Pero por si se había visto poco esperpento merengue sobre el terreno de juego, el auténtico ridículo llegó en la zona mixta del post partido. Por orden de no se sabe quién (Mou), el departamento de prensa del Real Madrid (ese de las glorias deportivas que campean por España) comunicaba a los medios que ningún jugador haría declaraciones (sólo se comió el marrón Xabi Alonso sobre el césped). Bravo, mis valientes. Qué fácil es dar explicaciones y decir lo bueno que eres cuando goleas, pero ayer se escondieron. No es justo meter en el mismo saco a todos los jugadores, porque estoy seguro que unos cuantos hubieran hablado, el cobarde fue su entrenador.  Para él es un gesto de protección, como si fueran alevines. Pero un jugador del Real Madrid debe tener la suficiente “vergüenza torera” para responder a la prensa tras recibir una goleada, porque eso también va en el sueldo.  Claro que tras la manita pocos madridistas tendrían la radio encendida.

domingo, 28 de noviembre de 2010

Quique perdió los papeles


La imagen que ofreció Quique Sánchez Flores en la tángana final del partido ante el Espanyol fue lamentable. Vale que la actitud de Luis García no fue la mejor, vale que los pericos querían perder tiempo, pero esto es algo normal desde que el fútbol es fútbol cuando un equipo gana por la mínima en los minutos finales. La sensación que dio el entrenador del Atlético de Madrid es la del mal perdedor, la cara de la impotencia.
El Atlético no acaba de carburar. Por lesiones, por calendario, por árbitros o por lo que sea el conjunto rojiblanco no ha dado el salto de calidad que se esperaba tras los éxitos continentales cosechados en Hamburgo y Mónaco. Quique no consigue dar con la tecla, ni con un pasillo de seguridad sobre el que se construyen los equipos.
De los refuerzos que han llegado este año, sólo Godín cumple con las expectativas y se notó su ausencia provocada por una inoportuna apendicitis. Filipe es una sombra del futbolista que fue, Mario Suárez empieza a entrar ahora, Diego Costa es lo que es y  de Fran Mérida se entiende que el Arsenal le dejara escapar. Si a esto le añadimos que Domínguez no es el del año pasado, que Tiago sigue todavía de vacaciones, la lesión de Kun y la mala racha que atravesó Forlán, se entiende que el Atlético esté fuera de puestos europeos y que los nervios de su entrenador estén más a flor de piel de lo normal.      
Quique tiene crédito más que suficiente para voltear la situación. Sus equipos destacaban por la fortaleza defensiva, pero este Atleti deja mucho que desear atrás. Los males son los de siempre y no hay que mirar sólo a Perea, que es lo fácil. El centro del campo es inexistente en la línea de creación porque Tiago (uno de los jugadores con "mejor prensa" que se ha visto) no da un pase a derechas y sus pérdidas de balón en la parcela ancha han metido en más de un problema a la zaga (como si no se bastaran ellos solitos para liarla). Reyes es un jugador de chispazos, pero no destaca por la regularidad y Simao... El portugués está peleando su renovación, pero es un jugador en decadencia que no da para más.
¿Qué le queda  a Quique? Lo de siempre. El 10 y el Cacha. Así se desespera cualquiera.

Simplemente Stoichkov

"El Madrid me da asco". Esa es la perlita que ha dejado el búlgaro en una entrevista concedida en el diario Marca (http://www.marca.com/2010/11/28/futbol/equipos/barcelona/1290940149.html?a=d1432b1d3ceafbebf14fbcd434d02862&t=1290970972) en la previa de un Barça-Madrid que parece que parará el mundo, como siempre. Yo por si acaso haré caso del consejo que dio Maniche en su día a los atléticos y para ver auténtico espectáculo, me iré a la Gran Vía madrileña.

viernes, 19 de noviembre de 2010

Haciendo amigos

Cristiano Ronaldo y Jose Mourinho le han dado al Madrid un aire más agresivo, hambriento, inconformista y ganador. Correcto. Además de victorias (todavía no títulos, aunque llegarán) que han  llenado de ilusión a la afición merengue.  Hasta aquí todo normal, pero ¿cuál es el peaje que va a pagar la institución de  Florentino por su apuesta por un modelo triunfador y prepotente, por un giro a lo eficaz  y soberbio? 

Algunos madridistas que me lean (que alguno hay) me rebatirán recurriendo al tópico de que lo importante es ganar, que lo que quiere la grada son títulos y eso es lo que llena las vitrinas del Bernabéu y alimenta la grandeza del Madrid. Yo les digo que sí, que eso no lo dudo, pero que se puede hacer de otra manera.  Apelando al señorío y saber estar que algunos recuerdan, aunque  en blanco y negro, en los tiempos de las mocitas madrileñas. 

El primero de mis textos se lo dediqué a Mou por entero, CR7 o 9, o lo que el señorito quiera, ha tardado un poco más, pero estaba al caer. Los dos son portugueses, posiblemente los mejores en los suyo (con permiso de Pep y Leo), enfermos de la victoria, pero orgullosos y chulos, como ellos solos.  

Al bueno de Manolo Preciado le han atizado por todas partes. Es un tío noble, valiente, demasiado impulsivo en ocasiones, pero que va de frente y que se sintió humillado por las declaraciones de Mou. Preciado no dijo nada que otros no pensaran. Sólo (aunque la RAE le haya dado por quitarle la tilde, yo se la seguiré poniendo cuando haga las veces de adverbio) se pisa a aquel que se deja pisar y el entrenador del Sporting no es de esos.  Fue un “basta ya”, y llamó mal compañero al técnico luso. No le faltó razón. ¿Quién es Mourinho (como profesional) para dudar de la competitividad de la plantilla asturiana? ¿Acaso algún entrenador ha cuestionado que él sólo sepa jugar con 12, cuando tiene de una plantilla de 25? Preciado se defendió, pero el único culpable fue el que se cree que ha inventado el fútbol. 

En cuanto a CR hay que referirse al chepazo (los finos le llaman espaldinha) que dio el día del derbi madrileño, hace algunas fechas. No se puede hablar de recurso futbolístico, cuando el valiente lo hace ya en la segunda parte, con el marcador muy a su favor y con el choque más que encarrilado. Eso es lo que sacó de quicio a Raúl García. 

Este tipo de acontecimientos, de uno y otro, que enorgullecen a gran parte del madridismo, sacan a relucir lo peor de la idiosincrasia merengue que tanto se ha criticado siempre. Si hay que ser caballero en la derrota, hay que serlo aún más cuando se gana. La España blanca se mostrara orgullosa, pero en la otra crecerá la animadversión y desprecio. Claro que a Florentino siempre le quedará engañar a los chinos.

sábado, 13 de noviembre de 2010

La política del trinque


Algunas decisiones de Gil Marín desconciertan y despiertan cierto recelo (a Cerezo para esto y para la mayoría de decisiones importantes, ni le cuento). Según comentaba Alberto R. Barbero en las páginas de Marca, el Atleti amplía el contrato del Kun Agüero hasta 2015, pero la cláusula se rebaja un 25 por ciento respecto a la anterior, pasando de 60 millones a 45. Aseguran desde el club que  los números de ahora están fuera de mercado y que lo hacen para adaptarse a la situación actual. La afición colchonera está de vuelta. Ya no engañan a nadie. Le acaban de colocar al Kun el cartel de “se vende”. No sé cuando, pero más pronto que tarde.  
Un club que se considera grande y que vende un crecimiento paulatino debe blindar a sus mejores jugadores  y no rebajarles la cláusula para facilitar su salida con la única intención de hacer caja. No es la primera vez que esto sucede.  No recuerdo la última vez que una estrella se hizo vieja en el Atlético, pero sí me viene a la cabeza  la venta de jugadores consagrados, jóvenes y con una proyección infinita. Todavía se están dando cabezazos por no haber vendido a Forlán al Madrid hace dos veranos cuando ofrecían cerca de 36 kilos.
Trataron justificar el cambio de estadio como la solución económica de la entidad para consolidarse entre los más grandes de Europa, gracias a  una potentísima inyección económica que permitiría pugnar por las contrataciones de los mejores. Todo humo. Una mentira más. El campo se cambia pelo a pelo, no se sacará un euro (o eso pretende hacer creer).
Conviene que los dueños de la mayoría de las acciones (que no dueños del alma del club) tengan memoria. En diciembre de 1999 el traspaso multimillonario de Jose Mari al Milán por más de 20 millones de euros fue la gota que colmó el vaso y el desencadenante de la administración judicial que sufrió el club por espacio de tres meses y que fue decisivo para que el Atleti acabara en segunda aquel año.
Revisen las bajas y las altas de jugadores desde 1987. Aunque muchas veces se han pagado auténticas millonadas por pufos (lo siento Suso,  eran otros tiempos, ahora tus fichajes son más baratos, pero siguen siendo igual de pufos), el balance es siempre positivo. Ellos no pierden nunca, porque han hecho del Atlético un equipo vendedor.

miércoles, 10 de noviembre de 2010

Sean justos con Forlán


El fútbol es resultadista, oportunista y tribunero. Hace un año, más o menos, un buen amigo escribía su primer post en su blog. El tema era la actitud de Forlán. El uruguayo había llegado tarde a un entrenamiento, previo al partido frente a Osasuna en El Sadar. Mi colega, un atlético de los buenos, de esos que desprende sentimiento rojiblanco por los cuatro costados, cuestionaba la profesionalidad del charrúa y su compromiso con el club. Meses después, pocas fechas antes de las finales de Hamburgo y Barcelona, mi amigo se compró la camiseta colchonera con el “7” a la espalda y el nombre de Forlán rotulado. Creía que iba a ser el hombre de las finales. Rodríguez acertó. Diego fue el héroe de la final frente al Fulham con sus dos goles. Para la historia y leyenda rojiblanca quedará la imagen del Cacha despojándose de la casaca y luciendo abdominales tras marcar el segundo tanto en la prórroga, a escasos minutos de la conclusión.

Medio año después (algunos) vuelven a cuestionar al uruguayo, pero conviene puntualizar algunos aspectos. El verano de Forlán no fue “normal”.  Tras una larguísima temporada con el Atlético, hizo un brillante Mundial, convirtiéndose en “Balón de Oro” de la competición, marcó cinco tantos y se echó a su equipo a las espaldas, hasta meterlo en semifinales. Después de unas vacaciones ajetreadas (vía Twitter pudimos seguir sus andanzas en la India), se incorporó a la pretemporada el 10 de agosto. El 27 de ese mismo mes, disputó la final de la Supercopa de Europa frente al Inter en Mónaco. Un par de días más tarde, goleó ante el Sporting de Gijón en el Calderón y una semana más tarde hizo lo propio en San Mamés. 

Quique ha sabido leer el problema. Forlán apenas ha tenido preparación para la presente temporada, sólo ha competido. Si a esto le sumamos la ausencia de Agüero y que es humano, no resulta difícil entender que, como todos los goleadores, es un futbolista de rachas. Ahora no está bien, pero su rendimiento a lo largo de las campañas va de menos a más y siempre acaba como un tiro. No es un hombre que celebre los goles besándose el escudo (Maniche lo hizo y los resultados fueron los que fueron), no actúa de cara a la galería y hay un sector de la grada al que eso no le gusta demasiado (les van más los demagogos). Forlán los acaba convenciendo año tras año con sus goles. No duden ni de su trabajo, ni de su profesionalidad y, sobre todo, disfruten de uno de los mejores jugadores de la historia del Atlético de Madrid.    

miércoles, 3 de noviembre de 2010

Dandys de banquillo


La imagen del fútbol ha cambiado mucho. Ha evolucionado, mejor dicho. Antes, no resultaba difícil encontrarse con  un jugador pasado de kilos y que no se preocupaban en exceso por su forma física (salvo excepciones que a todos nos vienen a la mente). Ya no es así. El futbolista actual se preocupa por sus abdominales y por su look. Es cosa de los tiempos. Esta variación, consecuencia de la sociedad de nuestros días, no se ha quedado sólo sobre el césped, también ha llegado a los banquillos.
Los ídolos e iconos de las adolescentes vestían calzón corto. Ahora, en algunos casos, llevan camisa y corbata. Las niñas de antes no se enamoraban de Jabo Irureta y su eterno chubasquero, ni de Luis Aragonés y su pelliza, ni tampoco de Javier Clemente y su chándal Adidas, patrocinado por TVE en su etapa como seleccionador.
Los entrenadores de hoy hacen anuncios, como estrellas, les ven guapetes y no es que hayan comido terreno a sus pupilos, sino que se han ganado un sitio propio en la sociedad de la imagen. 
Tres ejemplos que muestran la calidad del producto nacional (que Mou me perdone, él está por encima de lo divino y lo humano): Guardiola, Míchel y Quique Sánchez Flores. Pep es un fashion victim, un moderno elegante, capaz de crear tendencia con su traje gris, camisa blanca y corbata estrecha. Por no hablar de los jerseys que luce en sala de prensa. Míchel representa un estilo más clásico, pero con el mismo tirón. El "8" se mantiene en forma, está como cuando jugaba e igual de engominado. Según los entendidos en moda, Quique tiene un estilo más inglés (que no sé muy bien lo que esto significa). Jersey de pico, camisa y barba de tres días cuidadosamente descuidada.
Hay que adaptarse a los tiempos, pero siento nostalgia de la época de los entrenadores dirigiendo los encuentros sudados y en chándal. Ahora, hasta huelen bien.  

jueves, 28 de octubre de 2010

Sí, Luis también lo merecía

Me agradó el gesto que tuvo Del Bosque con Luis Aragonés en la entrega de los Premios Príncipe de Asturias. Pero sobre todo, me pareció un reconocimiento justo. Me quedo con la frase de Xavi Hernández: "Si alguien ha cambiado el fútbol español, ése es Luis".

Hubo un tiempo en el que Zapatones gozó de la protección de los medios de comunicación y era un tipo de esos a los que se les podía decir que tenía muy buena prensa. Luis no ha cambiado nunca. Siempre fue un tío borde, malhumorado, cascarrabias, polémico y directo. Es decir, un Mourinho en cuanto a formas, pero más tosco, menos culto y menos refinado.

Sin embargo, los tiempos cambiaron a raíz de que dejó de llevar a Raúl a las convocatorias de la selección. Le atizaron, fue perdiendo inmunidad y le dieron hasta en el terreno personal. Con bajeza, mal estilo y cayendo, incluso, en el insulto. En junio de 2008, Aragonés cambió el devenir de la historia del fútbol español. Aquella selección unió a todos, enamoró con su juego y de un plumazo limpió los complejos que nuestro fútbol arrastraba. Luis lo pasó mal antes de la Eurocopa. Visceral, siempre se movió por estados de ánimo. En aquella ocasión, le dijo a la Federación que no contaran con él después del campeonato, pasara lo que pasara. Y le tomaron la palabra. Después de ser campeón, Luis no recibió ni un gesto de cariño, ni un acercamiento por parte de la Federación. Hierro ya tenía atado y hecho a Del Bosque. Luis se marchó y durante una buena temporada pareció peleado con el mundo.

Después llegó el primer partido del Mundial de Sudáfrica. Los comentarios de Zapatones tras la derrota de España en el choque inicial tuvieron una repercusión sólo superada por la estúpida afirmación de que Carbonero distraía a Casillas. Luis no dijo nada que no pensáramos la mayoría. España no estuvo acertada ese partido y por ese camino era difícil convertirse en campeón del mundo. Nada más, ese fue su delito. Todos los que esperaban a Luis con la escopeta tuvieron una oportunidad pintiparada para volver a repartir estopa. Se pasaron. En este país, en el que todo el mundo habla de todo, pero fundamentalmente de política y fútbol, cargaron contra una voz más que autorizada para hablar de España. Estuvo mal visto que el hombre que desde el banco llevó a la selección a ganar la Eurocopa comentara la derrota. Luis habló, pero si no lo hubiera hecho, le hubieran buscado. A medida que selección de Del Bosque fue pasando cruces, los comentarios (positivos) de Luis y las andanzas criticadas de la pobre Carbonero fueron perdiendo peso y notoriedad (bueno, hasta el momento del famoso beso) en favor del fallecido pulpo.

Del Bosque, tipo templado e inteligente, aprovechó el gesto acertado de la Federación de invitar a Luis a los Príncipe de Asturias, para sacar a Zapatones a que recibiera una ovación más que merecida. Un acercamiento, un tributo al que es el padre y creador de la selección campeona del mundo.

miércoles, 20 de octubre de 2010

Platini, ¿y ahora qué?


Los graves incidentes de Génova, que llevaron a la suspensión del partido de clasificación para la Eurocopa 2012 entre Italia y Serbia, han puesto a la UEFA en un brete. En otras ocasiones, el máximo organismo del fútbol europeo mostró una firmeza sin igual. Impuso castigos ejemplares a los equipos y países de las aficiones que ocasionaron los disturbios. Así fue hasta hace dos años.

El 1 de Octubre de 2008, el Atlético de Madrid se enfrentó al Olympique de Marsella, en partido correspondiente a la fase de grupos de la Champions League. Los ultras galos, capitaneados por Santos Mirasierra, provocaron altercados en la grada del Vicente Calderón y obligaron a la policía española a cargar para atajar el problema.

Michel Platini, presidente de la UEFA, se convirtió entonces en el abanderado de no se sabe muy bien qué. Por un lado, pregonó a los cuatro vientos que no estaba dispuesto a tolerar la violencia en los estadios de fútbol y por otro, decidió sancionar al club madrileño por la excesiva dureza con la que se empleó la policía española. De nada sirvieron los vídeos que utilizó la entidad colchonera como defensa, que demostraron como la policía actuó tras las agresiones de los aficionados franceses y no quisieron entender que el Atlético de Madrid no tenía potestad alguna sobre el comportamiento policial. El TAS confirmó la sanción y el conjunto rojiblanco tuvo que disputar el partido frente al PSV a puerta cerrada.

Fue un hecho sin precedentes. La culpa no la tenía el niño maleducado y consentido por sus padres que había roto la vajilla, sino el vecino que con buena intención ponía la casa para la fiesta. Es decir, la UEFA de Platini no castigó al equipo cuyos hinchas habían lanzado toda clase de objetos (quizás porque eran compatriotas), sino que lo hizo al club que ponía la cancha y que no pudo hacer más que aceptar las decisiones que tomó la policía dependiente del Ministerio del Interior de su país. Incomprensiblemente, el sancionado fue el Atlético y no el Marsella, que dejó que un elemento con un dudoso historial liderara a un grupo de radicales violentos. Entonces fue Santos Mirasierra el que se convirtió en hombre-imagen de la revuelta, esta vez le ha tocado el turno a otro colérico al que llaman Iván "El Terrible". Dos angelitos. Aunque Platini hizo del primero un nuevo héroe francés.  
Los hechos de Génova no pueden quedar impunes. Tiene que haber sanción y de paso apurar responsabilidades, ya que en más de un foro se sabía lo que se gestaba y que el choque no se llegaría a disputar, como sucedió. La organización miró para otro lado. No escuchó o no quiso escuchar.
En esta ocasión, si impera la lógica y la cordura, no sucederá lo mismo. Pero, ¿por qué entonces la UEFA actuó así con los rojiblancos?, ¿por qué todos acataron una decisión injusta como si de una dictadura se tratara?,  ¿por qué no se solidarizaron, al menos, los clubes españoles más importantes con el Atlético?
Es tan justo que castiguen a Serbia, como injusta fue la sanción al Atlético de Madrid. Han transcurrido dos años en los que el Calderón fue cerrado, Santos Mirasierra salió de la cárcel para después reincidir e hizo otra vez de las suyas. ¿Y Platini? Sí, sigue siendo presidente de la UEFA.

jueves, 14 de octubre de 2010

Caso Contador: cautela, cautela


No me gusta como los medios están gestionando el asunto de Alberto Contador. En temas de dopaje, el ciclismo siempre es esa chica de mala reputación de la que cualquiera duda. El malo de clase que aunque no haga nada, se come todos los marrones.

La noticia del presunto doping del ciclista de Pinto no se ha tratado con la misma ligereza que otros positivos del pelotón, a los que sin ser juzgados, eran condenados públicamente. En ese sentido, hemos avanzado, pero queda mucho camino por recorrer.

Desde el momento que el caso se hizo público, ha habido una corriente "opinionista" patriótica exacerbada. No me sirve el argumento de fe ciega en Contador porque es español, el número uno y ganador de tres Tours. Es un tipo normal, humilde, sencillo y amable, es decir, un ídolo del pueblo. Pero no compro una campaña orquestada para cazar a Contador. No me vale que los franceses le tengan ganas. Presunción de inocencia siempre y para todos.
Santiago Segurola escribía en Twitter, poco después de que el protagonista de esta historia explicara ante los medios de comunicación su teoría del filete y el clembuterol, algunas excusas que han sido expuestas por deportistas tramposos a modo de justificación: el atleta alemán Dieter Baumann se agarró a una pasta de dientes adulterada por sus enemigos con una sustancia prohibida para salir del paso, mientras que el ciclista estadounidense Tyler Hamilton relacionó las causas de su positivo con las células de sangre procedentes del feto de su hermano nonato para argumentar su inocencia, entre otras.

La duda parece razonable. Y más si se tiene en cuenta la opinión de la mayoría de especialistas, que aseguran que haría falta mucha carne para dar esa pequeña cantidad que se le ha detectado a Contador. Además, mientras que en España la opinión publicada se aferra al testimonio del campeón, fuera la cosa es bien diferente. ¿Les suena?

La duda no condena, simplemente invita a la reflexión. Contador está cuestionado, pero el que sale perdiendo es el ciclismo, una vez más.

miércoles, 13 de octubre de 2010

¡Aplasta, Arteche!



Ha fallecido Juan Carlos Arteche. Uno de esos símbolos que representaba la honradez, el honor y la nobleza en el fútbol. A la antigua usanza. Un clásico de los años ochenta que dignificó la camiseta del Atlético de Madrid de los Ruiz, Marina, Tomás y compañía. Descanse en paz.


sábado, 9 de octubre de 2010

Ser o no ser

El Atlético de Madrid ha ganado un partido de los últimos seis que ha disputado. En un momento crucial, porque marca el devenir de la temporada, los hombres de Quique sólo se han impuesto a un débil Zaragoza en el Calderón. El equipo rojiblanco ha ido de más a menos, tras un arranque ilusionante al conquistar contra pronóstico la Supercopa de Europa frente al todopoderoso Inter de Milán, vencer con goleada en la primera jornada liguera al Sporting de Gijón y conseguir los tres puntos en San Mamés. Pero aquella noche, en Bilbao, los colchoneros pagaron un peaje muy alto, la lesión de Sergio Agüero en una entrada fea de Gurpegui. Desde entonces, el Atleti ha ido a tirones. Desde entonces, Forlán no marca.

Kun forzó para llegar al choque frente al Fútbol Club Barcelona. No estaba recuperado y tuvo que ser sustituido poco después del descanso. Quique reconoció que se equivocó alineando al argentino. Esa tarde los rojiblancos se toparon con una de las mejores versiones del equipo de Guardiola esta temporada y además, los azulgranas llegaron a Madrid heridos en su orgullo tras ser derrotados por el Hércules en el Camp Nou.

Los caprichos del calendario tampoco se lo han puesto fácil a los atléticos, que tuvieron que visitar el campo del líder la jornada siguiente de caer ante el Barça. El empate cosechado en Mestalla ante el Valencia no supo mal, a pesar de recibir el tanto de la igualada a siete minutos del final. El Atlético aguantó como pudo las acometidas del conjunto de Emery y el reparto de puntos final fue justo. La victoria ante el Zaragoza reforzó al equipo rojiblanco, que defendió el 1-0 con un hombre menos, tras la expulsión de Reyes, durante más de media hora. Sin embargo, como ya pasara en Bilbao, la victoria le salió cara al Atlético que vio como se lesionaba Godín, uno de los pilares de la zaga en este inicio. Pero la visita al Sánchez Pizjuán fue un desastre. El Sevilla pasó por encima al Atlético, sin despeinarse. Quique no acertó con el invento del "trivote" y Forlán quedó como perdido en una isla en el ataque.

Las cosas no han marchado mucho mejor en la Europa League. El debut del vigente campeón en Salónica fue decepcionante. Mal resultado y malas sensaciones. La derrota supuso complicarse la vida en la competición. Y algo similar sucedió ante el Leverkusen en la segunda jornada europea. Empate en casa y gracias, tras regalar por completo el primer tiempo. El año pasado el equipo se dejó ir en la Champions tras un par de resultados negativos. Entonces quedaba la Europa League como "opción B". Este año no hay más alternativa que dignificar el título conseguido en Hamburgo el 12 de Mayo.

Los rojiblancos se han enfrentado a rivales, a priori, directos y no han salido bien parados. El Atlético sin Agüero está cojo. Sin él, el equipo sufre y Forlán lo padece. El "Cacha" no parece el doble bota de oro cuando no tiene a su mejor socio al lado.

Este año la cosa iba y puede ir en serio. Las conquistas logradas recientemente han desterrado la necesidad, ansiedad y fatalismo de los últimos años. Y así debe ser. Hay mimbres. Además de la Supercopa de Mónaco hay que quedarse con el crecimiento imparable en la portería de David de Gea. En defensa, la llegada de Godín ha dado solvencia y la incursión de Filipe Luis por la banda izquierda ha llenado de esperanza a los rojiblancos. Hay que recuperar a Kun para tener al mejor Forlán, esperar que Tiago entre en el equipo y confiar en que las musas visiten con frecuencia a Reyes.

Esta temporada, en la que el Barcelona de vez en cuando pincha en casa y en la que el Madrid no siempre gana a domicilio, el Atlético debe estar ahí. Pegar un golpe de autoridad, un puñetazo encima de la mesa que le permita decir "aquí estoy yo".

La pose de Mou


Rueda de prensa previa al encuentro de Champions entre el Auxerre y el Real Madrid. Jose Mourinho, entrenador del conjunto blanco, comparece ante los medios de comunicación. No deja títere con cabeza, reparte a diestro y siniestro. Los periodistas, atónitos después de que el técnico rebajara a Pedro León y les dijera qué es lo que le deberían preguntar, observan como el portugués, tras haber lanzado su mensaje, se levanta y abandona la sala. ¿Prepotente, crecido, sobrado? No, simplemente Mourinho.

No cabe la sorpresa, aunque muchos se hagan los sorprendidos. Son los mismos que atizaron a Pellegrini la temporada pasada y ahora se refugian en los números del ingeniero para dudar del portugués. No le faltaba razón al viejo Zapatones cuando reiteraba aquello de que "el fútbol es ganar, ganar y volver a ganar". El actual inquilino del banquillo blanco siempre fue así y parece que por el momento lo seguirá siendo. Y no le va mal. Este año el galáctico es él.

Le gusta estar en el ojo del huracán, ser el objetivo de los focos, el centro de las conversaciones. Se maneja como nadie en ese terreno, porque mide muy bien los tiempos. Cada comentario, cada gesto, cada provocación parecen estudiados y maquinados cara a la galería. Se acerca al cogote de Guardiola, habla de sembrar patatas en la hierba de su estadio, se queja por el duro calendario, carga contra los equipos que reservan jugadores frente al Barça o lamenta lo complicado que es su grupo de Champions respecto al de otros... Objetivo cumplido, lo ha conseguido de nuevo. Ahí tiene su portada, sus minutos de tele y sus tertulias de radio. Aspavientos medidos, nada le entorpece su camino.

El Madrid todavía no carbura al cien por cien a ojos de la grada y de los medios. No es algo extraño a estas alturas de temporada. Cuando el equipo recibe críticas, Mourinho sale a escena, escupe un dardo a modo de titular y desvía la atención hacia su persona. Le contrataron para ganar títulos, el resto le importa poco.

El entrenador portugués está tranquilo. Es lo que transmite y seguramente lo que sienta. Porque los buenos equipos se construyen desde atrás. Su Madrid no encaja goles y le crean muy pocas ocasiones. Apenas se habla de Casillas en lo deportivo, que parece haber cedido el testigo de santo con guantes al atlético De Gea. Suma seis puntos en la fase de grupos de la Champions y en el campeonato doméstico le contemplan tres victorias y dos empates. Para Mourinho, un gol recibido en siete partidos oficiales. La cosa marcha.

El Madrid volverá a ser campeón con Mourinho, no sé si este año, el que viene o al otro (tiene margen, porque ha firmado cuatro años y en caso de despido Florentino tendría que vender una tribuna de Chamartín para indemnizarle). Seguro que ganará fiel su estilo. ¿Le llegará a la afición del Bernabéu con eso?. Lo importante son los títulos, pero con Capello también se consiguieron y con las mismas le largaron.

Borde, antipático, no cae bien a muchos, pero su palmarés y fuerte personalidad le avalan. Es un ganador. Los madridistas están deseosos de espectáculo, sobre todo si miran a Barcelona. No es bueno compararse. Este año el show parece garantizado en el Bernabéu, al menos en el banquillo.