viernes, 7 de enero de 2011

Una década en rojo y blanco

Nueva década, época de resumen y de mirar atrás, pero solo para mejorar lo futuro. El pesimismo parece intrínseco a muchos atléticos. Hace diez años el Atlético de Madrid vagaba por segunda división como alma en pena, con un equipo que tuvo que reforzarse en invierno con Fagiani, Dani Carvalho y Raphael Wicky. El conjunto de Marcos Alonso se desangraba y se empezaba a cocer la explosión mediática de un niño, llamado Fernando Torres.

El Atleti no subió aquel año, a pesar de hacer los mismos puntos que el Tenerife. No fue mala suerte. Simplemente no hizo los deberes a tiempo. La temporada siguiente Luis armó una plantilla plagada de “boinas verdes”, gente curtida en la dificultad que devolvieron a los rojiblancos a primera para celebrar su centenario con lustre. Fueron años complicados, de transición, en los que se pretendía recuperar con excesiva celeridad el terreno que el Sevilla o el Valencia le habían comido.


Tras la salida poco airosa de Luis, Goyo Manzano estuvo a punto de meter al equipo en Europa. Ahora, con el reposo del tiempo es obvio que la marcha de Manzano fue un error, sobre todo por lo que se vivió después. Ferrando, por decisión personal de Gil Marín, se encontró con un banquillo que le sobrepasó. “Si nos meten menos de 30 goles, entramos en Champions” aseguraba el técnico valenciano. Craso error, César. Les metieron algunos más, pero esa no fue la razón. No había un equipo, había una banda.

Posteriormente llegó Carlos “el atracador” Bianchi. Poco se puede decir de este jeta argentino. Llegó, no dio una entrevista, trincó la pasta y de vuelta a las callecitas de Buenos Aires. Aquella temporada puedo ser un drama, tenía muy mala pinta. Sin embargo, la llegada de Pepe Murcia, el hombre que reclama su lugar en la historia por haber evitado el desastre, sirvió para dejar atrás fantasmas recientes.

Después llegó la etapa del “Vasco” Aguirre, con más resultados que fútbol, por eso el mexicano no llegó a conectar con la grada. Cumplió, fue honesto, pero nunca brillante. Aunque con él llegó la vuelta a la Champions.

Abel fue un regreso al pasado. Una vuelta al origen, al sentimiento más rojiblanco. Pero lo mismo que le garantizó su renovación tras meter de nuevo al equipo en Champions League, fue también su condena. Una defensa adelantadísima fue su suicidio (eso, y la cagada de Oporto).

Y llegó Quique y con él se reabrieron las vitrinas. Sin continuidad a (a veces) a golpe de coraje llegó la Europa League y contra pronóstico la Supercopa de Europa.

Así fue la década rojiblanca, en la que la distancia con el Madrid y el Barcelona se hizo insalvable y más grande que nunca. Fue la década en la que el Atlético asumió el nuevo rol de todo los demás, pelear como mucho por el tercer puesto. Dado el actual sistema del fútbol español, lo de la Champions y los ingresos televisivos está muy bien, pero lo que le gusta a la afición son los títulos. Señores, marquen en rojo las fechas de la Copa y mueran por ella. Ese debe ser el objetivo.

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