sábado, 9 de octubre de 2010

La pose de Mou


Rueda de prensa previa al encuentro de Champions entre el Auxerre y el Real Madrid. Jose Mourinho, entrenador del conjunto blanco, comparece ante los medios de comunicación. No deja títere con cabeza, reparte a diestro y siniestro. Los periodistas, atónitos después de que el técnico rebajara a Pedro León y les dijera qué es lo que le deberían preguntar, observan como el portugués, tras haber lanzado su mensaje, se levanta y abandona la sala. ¿Prepotente, crecido, sobrado? No, simplemente Mourinho.

No cabe la sorpresa, aunque muchos se hagan los sorprendidos. Son los mismos que atizaron a Pellegrini la temporada pasada y ahora se refugian en los números del ingeniero para dudar del portugués. No le faltaba razón al viejo Zapatones cuando reiteraba aquello de que "el fútbol es ganar, ganar y volver a ganar". El actual inquilino del banquillo blanco siempre fue así y parece que por el momento lo seguirá siendo. Y no le va mal. Este año el galáctico es él.

Le gusta estar en el ojo del huracán, ser el objetivo de los focos, el centro de las conversaciones. Se maneja como nadie en ese terreno, porque mide muy bien los tiempos. Cada comentario, cada gesto, cada provocación parecen estudiados y maquinados cara a la galería. Se acerca al cogote de Guardiola, habla de sembrar patatas en la hierba de su estadio, se queja por el duro calendario, carga contra los equipos que reservan jugadores frente al Barça o lamenta lo complicado que es su grupo de Champions respecto al de otros... Objetivo cumplido, lo ha conseguido de nuevo. Ahí tiene su portada, sus minutos de tele y sus tertulias de radio. Aspavientos medidos, nada le entorpece su camino.

El Madrid todavía no carbura al cien por cien a ojos de la grada y de los medios. No es algo extraño a estas alturas de temporada. Cuando el equipo recibe críticas, Mourinho sale a escena, escupe un dardo a modo de titular y desvía la atención hacia su persona. Le contrataron para ganar títulos, el resto le importa poco.

El entrenador portugués está tranquilo. Es lo que transmite y seguramente lo que sienta. Porque los buenos equipos se construyen desde atrás. Su Madrid no encaja goles y le crean muy pocas ocasiones. Apenas se habla de Casillas en lo deportivo, que parece haber cedido el testigo de santo con guantes al atlético De Gea. Suma seis puntos en la fase de grupos de la Champions y en el campeonato doméstico le contemplan tres victorias y dos empates. Para Mourinho, un gol recibido en siete partidos oficiales. La cosa marcha.

El Madrid volverá a ser campeón con Mourinho, no sé si este año, el que viene o al otro (tiene margen, porque ha firmado cuatro años y en caso de despido Florentino tendría que vender una tribuna de Chamartín para indemnizarle). Seguro que ganará fiel su estilo. ¿Le llegará a la afición del Bernabéu con eso?. Lo importante son los títulos, pero con Capello también se consiguieron y con las mismas le largaron.

Borde, antipático, no cae bien a muchos, pero su palmarés y fuerte personalidad le avalan. Es un ganador. Los madridistas están deseosos de espectáculo, sobre todo si miran a Barcelona. No es bueno compararse. Este año el show parece garantizado en el Bernabéu, al menos en el banquillo.

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